Volviendo entonces al punto inicial, la movilización que ha tenido lugar en los dos últimos meses, de múltiples sectores y actores, está siendo un ejemplo a estudiar de cómo se ejerce el derecho a reclamar derechos y defenderlos dentro de nuestras fronteras. La de ayer frente al Congreso fue justamente, una movilización de carácter apoteósico. Cientos de jóvenes, adultos/as, religiosos, laicos, no creyentes, profesionales, gente de pueblo, de distinta clase social, raza, sexo y género, se mantuvieron unidos por una misma razón a las afueras de uno de los símbolos del poder constituido democráticamente. Varias son las lecciones que en mi caso particular este esfuerzo está dejando, aquí las comparto por si les son de utilidad, quizás ustedes tengan sus propias lecciones aprendidas al respecto y quieran igualmente compartirlas:
- El éxito de una movilización como esta, radica en la elección de un tema y curso de acción que sean de fácil comprensión, generen interés colectivo y encuentren anclaje en las estructuras sociales diversas, el marco legal vigente y la cultura de reclamos justos e históricos del pueblo dominicano.
- Se trata de procesos arduos, complejos, con avances y retrocesos, con pataleos y ocultamiento de la verdad, por lo que el volver una y otra vez al objetivo de la demanda y a la visión de cambio que se quiere lograr, aporta luces, fuerza y esperanza en el camino trazado.
- Los esfuerzos que no se imponen y las movilizaciones como esta, que permiten expresar la creatividad e inteligencia de la gente, tienen mayor impacto social, permiten la apropiación y la generación de una nueva memoria histórica, siendo cada cual, de forma indiviual o como colectivo, protagonista del devenir del país.
- Los medios de comunicación y las redes sociales son herramientas que puestas al servicio de los mejores intereses de la nación pueden ayudar a generar confianza, fortalecer el tejido social, ahondar el debate público y dar la voz a los/as que tradicionalmente son invisibilizados o ignorados/as.
- Para recibir hay que dar, no una, sino muchas veces. Dar hasta de lo que nos duele, con dignidad, aguantando sol, perdiendo la voz de tanto vocear o cantar la protesta, acudiendo a maratónicas sesiones, soportando las críticas de familiares y de amigos. Todo por el presente y futuro de la nación.
Espero entonces que saquen sus propias conclusiones y aprendizajes al respecto. Creo que vale la pena intentarlo. Es cuanto.